Exposición fotográfica «Armenia: milenaria y joven» de Davit Hakobyan en el Parlamento de Uruguay
Argentina reafirma su rol en derechos humanos con el reconocimiento del Genocidio Armenio
Contribución significativa de la comunidad armenia en Argentina: palabras de Santiago Cafiero.
El periodista Leo Moumdjian brindó una entrevista con Milva
Castellini por AM540 el 4 de marzo en la que contó sus vivencias como corresponsal de guerra durante el
conflicto militar en Artsaj (Nagorno Karabaj) en 2020 y las similitudes y diferencias con la actual guerra
en Ucrania.
«Había veces que no había información y uno tiene que salir en busca de ella. El mejor lugar eran las rutas
porque por ahí pasaban todos los movimientos», explicó Moumdjian. También contó que constantemente tenía
que probar que no era un espía: «Una noche nos pasó en Stepanakert que salimos a tomar aire a una plaza con
mi camarógrafo. La ciudad estaba vacía. Las ciudades iban apagando todas las luces para que el enemigo no
tuviera ningún tipo de referencia. Era caminar en la oscuridad, charlar en la plaza en un idioma diferente
al de ahí. La policía local nos preguntó quiénes éramos y de dónde veníamos. No teníamos billetera ni nada
para identificarnos, a lo cual explicamos que éramos periodistas en idioma armenio. Tuvimos que justificar y
ellos nos acompañaron al hotel para buscar toda nuestra documentación. Es una cuestión de seguridad para
ellos». Leo Moumdjian había viajado como corresponsal de guerra acreditado por Diario ARMENIA junto con
Garo Seferian, asistente de producción.
Al ser consultado sobre si sintió «terror permanente», el periodista explicó que «una vez que vas al terreno
eso se tiene que descartar». «Hay que saber todas las posibilidades que existen. Teníamos chaleco y casco,
durante el día nos íbamos moviendo por lugares donde había ataques y el ejército local te iba acompañando.
A la noche atacaron noches seguidas la ciudad, estando en el hotel nos tocó bajar al búnker cuando sonaban
las sirenas. Los ataques de misiles suelen ser de entre 30 y 40 minutos y desde el búnker los escuchás. Llega
un momento en que vos entendés a la población local y cómo juegan psicológicamente con quienes viven ahí. No
vas a dormir durante las noches, no vas a tener tranquilidad…».
