El monte Ararat es un símbolo nacional para Armenia, al igual que la ciudad-fortaleza de Aní es su capital histórica por excelencia. Aní se destaca por ser conocida como «la de las mil y una iglesias», similar a los cuentos de las mil y una noches. Además, al igual que el majestuoso Ararat, Aní se encuentra al otro lado de la frontera, muy cerca pero del otro lado.
La fundación de Aní y su importancia histórica se remonta al año 386 d.C., durante la partición del reino de Medz Hayk. Tras 458 años de dominación por Bizancio y Persia, en el año 886 la dinastía Pakraduní logra recuperar la independencia armenia. Este período marcó un renacimiento político, económico y cultural para Armenia, destacado por la construcción de la Catedral de Aní, una obra maestra del arquitecto Drtad que ha perdurado a lo largo de los siglos.
Los Pakraduní, una antigua familia noble armenia, jugaron un papel crucial en la resistencia contra los invasores árabes. Su habilidad política les permitió unificar territorios dispersos y establecer un reino independiente con Aní como su capital. A lo largo de los años, enfrentaron sublevaciones, conflictos internos y presiones externas de árabes y bizantinos, consolidando el poder de Armenia bajo su gobierno.
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Aní, fundada en el año 961 por el rey Ashot III, se convirtió en una próspera ciudad comercial en la ruta de la seda. Con más de cien mil habitantes, la ciudad albergaba residencias, edificios públicos, palacios e iglesias. Esta ciudad, junto con otros logros de los Pakraduní como los monasterios de Haghbat y Sanahin, marcó un período de oro para la dinastía y su capital, Aní.
A lo largo de su historia, Aní y los Pakraduní fueron fundamentales en el renacimiento de Armenia y establecieron un legado cultural y político que perdura hasta hoy. La ciudad, con sus murallas y numerosas iglesias, es testigo de un pasado glorioso que dejó una profunda huella en la historia armenia. La continua lucha contra invasores y divisiones internas desafiaron la estabilidad del reino, pero la resistencia y determinación de los Pakraduní dejaron un legado inolvidable en la historia de Armenia.
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