El reino armenio de los Pakraduní, también conocido como Bagrátidas o Bagratuní, tuvo un destino trágico marcado por divisiones internas y luchas de poder entre los hermanos Hovhannes Smbat y Ashot por el trono de Armenia.
A la muerte del rey Gaguik I Pakraduní en 1020, sucedieron enfrentamientos entre los hijos por el control del reino. El Imperio bizantino aprovechó la situación para intervenir y asegurar la victoria de Hovhannes Smbat con la ayuda del Gatoghigós (jefe de la iglesia) Bedrós Kedatarts.
Ashot, a pesar de vencer a su hermano en batalla, no logró quedarse con el trono debido a la oposición de los señores feudales. Se acordó una división del reino con un pacto para unirlo nuevamente a la muerte de uno de los hermanos.
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La guerra y las invasiones de los selyúcidas marcaron el declive del reino de los Pakraduní. La batalla de Manazkert en 1071 selló la derrota de Bizancio frente a los turcos, debilitando así al Imperio. La caída de Aní y la destrucción de la ciudad marcaron el fin de la independencia de Armenia.
El legado cultural del reino Pakraduní se observa en su arquitectura, literatura y arte. Grandes figuras como Krikor Naregatsí y Mkhitar Gosh destacaron en la producción intelectual y artística de la época.
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